Comentarios(5)
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Por orden cronológico
Joe, cuando yo me presenté a mi primera convocatoria del práctico crucé por una isleta y me salté un semáforo en rojo. El examinador me pidio que parase en segunda fila y que se bajaba allí mismo. Todavía me acuerdo de su nombre, Vicente, y efectivamente se le debieron subir los huev@s a la frente. La segunda vez que me presenté, la providencia quiso que me tocase con el mismo examinador de la vez anterior. Todavía recuerdo su mirada de espanto al comprobar que me tenía que examinar otra vez. (continúa...)
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Esta segunda vez me llevó por un recorrido muy fácil, no tuve tan siquiera que pasar de segunda, y al final me aprobó, supongo que no deseaba correr el riesgo de tener que examinarme en una tercera ocasión. Y ahora os preguntaréis, ¿por qué cuento esto? No sé, me gusta contar anécdotas.
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Joder que has suspendido solo una vez, a la siguiente ya saldra mejor y veras como vuelve a tener confianza en ti.
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Sí, yo también tengo ese "cargo de conciencia" (en estos momentos no se me ocurre otro nombre) que hace que me mortifique más por el qué pensarán mis conocidos si fallo en algo en lugar de lo que pensaré yo mismo. Supongo que será ese objetivo de cada persona tan primitivo como tratar de estar siempre bien con los demás.
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No llores por una materia, llora si suspendes en cuatrimestre entero.
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