El problema de apoyar tu autoestima y felicidad en lo que opinen los demás es que tan pronto puedes sentirte en el éxtasis por tener un montón de amigos, como que al momento la cagues con lo que sea, todo el mundo pase de ti y te insulte y caigas en una depresión.

Para algo existe algo llamado personalidad, para que lo que piensen los demás te importe tres pimientos y te haga feliz ser como eres.

Pues cállate. Hazme caso. Sé agradable.

El gran problema es que no vas a poder resultarle agradable a todo el mundo y si de eso depende tu felicidad no creo que te vaya a ir muy bien.

es malo si no te oermiten cubrir tus necesidades y objetivos propios; como por ejemplo, que te guste un pantalón pero como varias personas han dicho que no les gusta, dejas de ponértelo. Al final eso podría causarte frustración; sobre todo porque estamos hablando de la forma de ser y no de la de vestir.

Pues no lo se, pero a mi me has dado mucho asco. Creo que incluso podría llegar a exterminarte.

Yo no creo que tenga nada de bueno, ya que por agradar a los demás puede que dejes de ser tú mismo. Además, puede que otros traten de usar esta necesidad de agradar para manipularte.

A mí no me importa cierto reconocimiento de ciento en viento. Pero tu felicidad no debería depender de lo que piense la gente de ti.

Si tu felicidad se basa en el reconocimiento de los demás vas jodido...

Simplemente significa que eres dependiente de una opinión ajena y tu amor propio es dependiente del tipo de atención que recibas, pero si ese es tu criterio es a tu decisión. Solo recuerda, tú eres una joya por ti mismo y aunque se entiende la necesidad de tener gente que te rodee, la persona que más te ama eres tú mismo.

Pues no, no lo entiendo. Si vas a reprimirte o soltarte, que sea pir y para to mismo. Los demás que piensen lo que quieran; total, hagas lo qie hagas el mundo hablará igual.

Malo no es, pero tampoco habla demasiado bien de tu autoestima.

Siempre que veo la película biográfica de Rocky Dennis me pregunto por qué la chica ciega no prorrumpió en alaridos enloquecidos y huyó tambaleante y tropezando cuando por fin le palpó la cara al pavo y descubrió cómo era. Tal vez incluso podía haber llegado dando tumbos hasta una taberna de rednecks supersticiosos y les hubiera hecho ayudarla a perseguir al tío con antorchas y horcas.